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Austria padece una endémica ola de crímenes menores, incluso un 40% más que Detroit (USA), considerada por muchos como la capital de los carteristas y asaltantes de poca monta. No obstante, y curiosamente, en lo que se refiere a crímenes mayores (homicidio, violaciones, etc) posee uno de los niveles más bajos del mundo.
¿El por qué? La respuesta está en sus cárceles, al menos en una, la Prisión de Leoben.
La prisión de Leoben, Austria, con capacidad para 205 presos, dispone de spa, gimnasio bien equipado, música ambiental, celdas amuebladas y televisión, sala de oración, vistas panorámicas, un programa deportivo desarrollado en la multitud de canchas y cortes de primer nivel a lo largo del recinto, cómodas habitaciones para visitas conyugales..., por todo esto la prisión de Leoben se ha convertido en una tentadora vivienda para personas que de lo contrario se verían obligadas a pagar una de las costosas rentas que hoy en día se ofrecen en el suelo austriaco. De hecho la frase “Rentar un piso en Leoben” se ha vuelto sinónimo para indicar la intención de cometer un crimen menor y ser “encerrados” en ésta prisión de lujo. Y curiosamente, no hay ninguna pintada ni acto de vandalismo.
Las celdas fueron diseñadas por un arquitecto para aparentar ser un apartamento común y corriente, de hecho tratan de minimizar las barras con puertas normales, y en muchos casos poseen balcones panorámicos dotados de una vista magnífica. “Celdas” en las cuales pueden recibir visitas.
No solo en celdas éstas prisiones se distinguen, sino que además los complejos deportivos a lo largo del recinto están dotados con equipamiento y materiales de alto nivel.
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Todo esto me ha recordado una conversación que mantuvimos un día de clase sobre las prisiones y cárceles, en la que mi aporte se baso en defender la reinserción de los presos en la sociedad mediante programas educativos y cárceles menos marginales. Muchas personas no entendían mi postura, pero intenté defenderla atacando en cierta medida a la educación recibida que nos hacía ver a los delincuentes como "personas malas" y no como personas con problemas, marginales, sin recursos o rechazadas por la sociedad y que muchas veces se ven obligadas a cometer un delito.
No quiero que parezca que justifico estas acciones, pero si creo que la sociedad tiene parte de culpa en lo que les ocurre a estas personas, por lo que es la misma sociedad la que debería, tal y como cura a los enfermos en sus hospitales, reinsertar a estas personas en la sociedad de una manera digna, y para eso debemos dejar atrás el modelo de cárcel restrictiva y que lleva a las personas a perder aún más dignidad, y entrar en la era de dotar a las personas de herramientas para ejercer su libertad con responsabilidad, en definitiva de reeducarlas.
Y a mi parecer, esto se conseguiría mucho mejor si las cárceles, tal y como dije en la conversación de clase de aquel día, empezaran por dejar de llamarse así (perversión del lenguaje, palabra que nos lleva a un pensamiento negativo) y fueran "residencias" para estas personas, fueran lugares dignos donde los presos, sin lujos pero con todos sus derechos cubiertos, pudieran sentirse dentro de un sistema que no los rechaza y que se preocupa por ellos.
Surge aquí la problemática de una visión a nivel mundial. ¿Si hay tanta gente muriendo de hambre, ya en nuestras calles, no hace falta irse al Tercer Mundo, cómo pretendemos tener cárceles así? Amigo, si algunas personas quisieran, se podrían hacer tantas cosas...
Algunas fotos de este simpático lugar: