Para entender mejor esta reflexión os recomiendo leer antes el artículo de Leonardo Boff, no tiene desperdicio.
Hace dos días vi por la tele el nuevo programa de Rafa Mendez (Fama, a bailar!) para Cuatro, "
After Hours". Este trataba de personas VIP´s, es decir personas ricas o con títulos en su haber y que se dedican a disfrutar DE la vida. Los que lo vieron y los que no, podeis imaginaros los "personajes" que Rafa presentaba en el programa, la cream de la cream.
Lo verdaderamente reseñable e impactante (todos sabemos que estas personas existen) es que Rafa presentaba esos modelos de vida como normales o como ejemplos a intentar alcanzar o seguir. Se podría esperar de un programa de estas características algún tipo de crítica o reflexión sobre el capitalismo, la acumulación o el desperdicio, pero no, Rafa se mostraba encantado con esas vidas.
El mismo día creo y un poco antes echaban por la tele "
Callajeros Viajeros en Perú" y en cierto momento del programa la presentadora nos llevaba a la zona A o B de Lima o de alguna otra urbanización de lujo en Perú. Era impresionante ver cómo puede haber personas en un país tan empobrecido viviendo tan cerca de moribundos, que no se averguenzan en decir que tienen 2 o 3 criados, uno para cada hijo, que tienen playa propia, o que ellos creen que sus criados están contentos sirviéndolos (claro, es eso o morirse de hambre...). Y lo peor era ver como una de las hijas de rico de 16 años aprobaba todo aquello. ¿Qué futuro podemos esperar para Perú si la educación también y todavía es tan clasista?
Hace unos días echaron por la tele "
El hundimiento", la película que muestra las últimas horas de Hitler mientras cae su régimen. Pensando un poco, me impresionaba sobremanera cómo la película mostraba a seguidores de Hitler, a sus hombres más cercanos como "personas humanas", que sufrían y pensaban en las demás personas; personas con sentimientos en definitiva.
No se si será por que la película quedara mejor, o por cierto sentimiento de pena con la causa, el caso es que al final de la película te quedas con el pensamiento de "que pena que murieron todos los nazis..." o "mira, había nazis que eran buenos..."
Leonardo Boff cree que la humanidad puede estar encerrada en una persona, oculta por su inhumanidad, y está bien mostrarlo en la película y mostrar así la esperanza en el ser humano, pero no puede ser la PENA por la muerte de los nazis, el sentimiento que deje la película. Quizá si la pena por el hecho en si de que los nazis estuvieran controlados, como dice Leonardo Boff, por su jefe, pero no el otro.
Para terminar, mi reflexión camina por preguntas como por qué nos preocupamos tanto por la educación sin acabar de salir de las materias clásicas, cuando el verdadero déficit de nuestras escuelas es la
educación en humanidad. Y lo peor es que no solo pasa en España, si no en la mayoría del resto del mundo. Admiro la labor de profesores que luchan por una educación mucho más integral, no sólo apoyando o creando campañas de sensibilización o incluyendo las materias transversales en su asignatura, si no que son ejemplo con sus actos y actitudes de humanidad. Al igual me ocurre con esos Educadores Sociales que no desisten en su tarea por ardua y dura que pueda ser y lo sólo que uno se pueda encontrar.
Desde aquí mi mas sincero ánimo a todos ellos.
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Recordamos en este año los 65 años del Holocausto judío perpetrado por el nazismo de Hitler y de Himmler. Es terrorífica la inhumanidad mostrada en los campos de exterminio, especialmente en el de Auschwitz (Polonia). El hecho llegó a tambalear la fe de judíos y de cristianos que se preguntaban: ¿Cómo pensar a Dios después de Auschwitz? Las respuestas dadas hasta hoy, bien del lado judío, bien por J.B.Metz y J. Moltmann del lado cristiano, son insuficientes.
La pregunta todavía es más radical: ¿Cómo pensar al ser humano después de Auschwitz? Es cierto que lo inhumano pertenece a lo humano. Pero, ¿cuánto de inhumanidad cabe dentro de la humanidad? Fue un proyecto concebido calculadamente y sin ningún tipo de escrúpulo para rediseñar la humanidad. A la cabeza debía estar la raza aria-germánica; algunas razas serían colocadas en segunda y tercera categorías; otras esclavizadas o simplemente exterminadas. En palabras de su formulador, Himmler, el 4 de octubre de 1943: «Ésta es una página de gloria de nuestra historia que no se ha escrito y que jamás se escribirá». El nacionalsocialismo de Hitler tenía clara conciencia de la inversión total de los valores. Lo que sería un crimen se transformó para él en virtud y gloria. Aquí se revelan rasgos del Apocalipsis y del Anticristo.
El libro más perturbador que he leído en mi vida y que nunca acabo de digerir se titula Comandante en Auschwitz: notas autobiográficas de Rudolf Höss (1958). Durante los 10 meses que estuvo preso y fue interrogado por las autoridades polacas en Cracovia entre 1946-1947, para ser finalmente sentenciado a muerte, Höss tuvo tiempo de describir con extremada precisión los detalles de cómo envió a cerca de dos millones de judíos a las cámaras de gas. Allí se montó una fábrica de producción diaria de miles de cadáveres que asustaba a los propios ejecutores. Era la «banalidad de la muerte» de la que hablaba Hannah Arendt.
Pero lo que más asusta es su perfil humano. No imaginemos que Hoss unía el exterminio en masa a sentimientos de perversidad, sadismo diabólico y pura brutalidad. Al contrario, era cariñoso con su mujer e hijos, concienzudo, amigo de la naturaleza, en fin, un pequeño burgués normal. Al final, antes de morir, escribió: «La opinión pública puede pensar que soy una bestia sedienta de sangre, un sádico perverso y un asesino de millones de personas. Pero nunca va a entender que este comandante tenía un corazón y que no era malo». Cuanto más inconsciente, más perverso es el mal.
Esto es lo perturbador: ¿cómo puede tanta inhumanidad convivir con la humanidad? No sé. Sospecho que aquí entra la fuerza de la ideología y la sumisión total al jefe. La persona de Höss se identificó con el comandante y el comandante con la persona. La persona era nazi en cuerpo y alma y radicalmente fiel al jefe. Recibida la orden del «Fuhrer» de exterminar a los judíos, ni siquiera se debía pensar: vamos a exterminarlos (der Führer befiehl, wir folgen). Confiesa que nunca se cuestionó la orden porque «el jefe siempre tiene razón». La más leve duda era sentida como traición a Hitler.
Pero el mal también tiene límites y Höss los sintió en su propia piel. Siempre queda algo de humanidad. Él mismo cuenta que dos niños estaban entretenidos jugando. Su madre era empujada hacia dentro de la cámara de gas. Los niños fueron obligados a ir también. «La mirada suplicante de la madre, pidiendo misericordia para aquellos inocentes —comenta Höss— nunca la olvidaré». Hizo un gesto brusco y los guardias los arrojaron a la cámara de gas. Confiesa que muchísimos de los ejecutores no aguantaban tanta inhumanidad y se suicidaban. Él se mantenía frío y cruel.
Estamos ante un fundamentalismo extremo que se expresa por medio de sistemas totalitarios y de obediencia ciega, sean políticos, religiosos o ideológicos. La consecuencia que produce es la muerte de los otros.
Este riesgo también está alrededor nuestro, pues hoy día nos hemos dado los medios para autodestruirnos, para desequilibrar el sistema Tierra y para aniquilar en gran parte la vida. Sólo potenciando al ser humano con aquello que nos hace humanos, como es el amor y la compasión, podemos limitar nuestra inhumanidad.
Leonardo Boff