(Continúa la serie iniciada en el post del 12 de septiembre sobre la necesidad de revisar a fondo los condicionamientos antropológicos negativos que han lastrado durante mucho tiempo la moral teológica. La brecha y distancia irreconciliable entre la moral postconciliar renovada y la moral restauracionista de documentos como la encíclica Veritatis splendor se debe a que parten de antropologías diferentes ).
Apunte 5: Controversias sobre autonomía moral
La enciclopedia católica Lexikon für Theologie und Kirche de 1957-67 solo trata de autonomía jurídicamente; tiene una entrada sobre autonomismo en sentido filosófico, mostrando escepticismo hacia la Ilustración. En la edición nueva desaparece la entrada sobre autonomismo; hay una sobre autonomía en sentido filosófico, pedagógico, de ética teológica y de derecho canónico. El equivalente protestante, Religion in Geschichte und Gegenwart, Tübingen, 1956-62, 3ª ed., tiene una entrada sobre autonomía-teonomía: legalidad inmanente (eigengesetzlichkeit) en determinados dominios; no se concibe la teonomía, sin autonomía; se realiza mediante “obediencia autónoma”.
En las últimas décadas se ha debatido sobre autonomía y heteronomía dentro de la teología católica. Desde Fuchs, en 1968, hasta Curran, en 1982, o Schüller, en 1988, pasando por la obra clásica de Auer, en 1971.
Tras el Concilio Vaticano II (1962-65), se da luz verde a la renovación de la teología moral, que se venía exigiendo desde comienzos del XIX. Enseguida, ocurre la reacción de marcha atrás “restauracionista” por parte de los teólogos más conservadores. Se plantea entonces la pregunta: ¿Dónde está lo específico, único o distintivo del enfoque cristiano de la moralidad? Ya a fines de los 60 se preguntaban algunos conocidos teólogos morales, como el alemán Böckle y el norteamericano Mc Cormick, por lo propio de una ética cristiana. Fuchs, en 1968, escribe un artículo que es citado siempre como pistoletazo de salida en la carrera de estos debates. Al año siguiente, Curran, bien conocido teólogo moral norteamericano, se preguntaba si existe una ética social con distintivo cristiano.1 Ambos se preguntaban por lo característico cristiano en moral.
En 1971 se publica una obra fundamental del teólogo alemán A. Auer2: Se agudizan los debates en la segunda mitad de los setenta. La segunda edición de Auer aparece en 1989. El debate ha seguido agudizándose al enconarse la línea de los que propugnaban la llamada “moral de la fe”, como Stöeckle o Grisez. Otros autores han sugerido cambiar el planteamiento. Schüller insiste, en 1988, en lo que hay de pseudoproblema y de malentendidos semánticos y epistemológicos, tanto en este debate como en el debate paralelo sobre teleología y deontología. Rigali, en otra línea, también “disuelve” el problema en vez de resolverlo, diciendo: “hay que pasar de una mentalidad clasicista a una mentalidad de conciencia histórica y evolutiva”3 Este planteamiento de N. J. Rigali subraya que la polémica debería estar superada desde fines de los 90. “Plantearse la pregunta sobre la especificidad de la moralidad cristiana es una cuestión clasicista. Es presuponer que no hay más que una única moralidad humana basada en la naturaleza humana y preguntar por lo que añadiría la fe cristiana a ella. Una teología moral con conciencia de historicidad tiene un punto de vista completamente distinto y, por tanto, plantea preguntas completamente distintas.” Desde esta postura la cuestión queda disuelta más que resuelta. 4
También es muy iluminadora la obra de Gaziaux. En 1995 se publicó en la Universidad de Lovaina una tesis doctoral, cuyo autor contrastaba la postura de dos pensadores reconocidos en teología moral: Ph. Delhaye y J. Fuchs. E. Gaziaux, dialogando con ambos autores, reflexionaba críticamente sobre las relaciones entre fe y autonomía en teología moral.5 Tres años más tarde el mismo autor publicó, como volumen 138 de la misma colección, una segunda obra sobre el tema de la autonomía en moral, considerada como concepto clave en la encrucijada de filosofía y teología.6Es una obra que puede servir muy bien para la revisión de la autonomía. Su propuesta se resume en la cuádruple comprensión de la que él llama una autonomía a) creada, b) vocada, c) vulnerada y d) sanada.
Tanto en Rigali como en Gaziaux percibimos un estilo de hacer teología que contrasta con el que, en estos últimos veinte años, está predominando en ambientes de teología conservadora y entre algunas jerarquías eclesiásticas. El contraste entre esos dos estilos, al que también alude Diego Gracia, está en el fondo de estos debates en torno a la autonomía y es una de las causas de que el debate siga en un atolladero sin salida. Los presupuestos de ambas partes son demasiado divergentes. Como telón de fondo de esta falta de entendimiento mutuo, hay dos estilos diversos de hacer teología, confrontados en el interior de la iglesia católica actual: el de una moral de diálogo frente al de una moral de recetas.7 Los malentendidos son muchos. Se tiende a identificar heteronomía con “lo que viene completamente desde fuera” y teonomía con “lo que viene completamente desde arriba dictatorialmente”. Pero, por debajo de estas cuestiones de palabras, hay corrientes de fondo muy diversas. A veces, los mismos autores que las defienden no son conscientes de ello. La corriente de fondo que genera mayor diversidad sería la mencionada antes: la diferencia entre la mentalidad estática y la concepción evolutiva, dinámica y procesual, lo que Zubiri habría llamado “estructura dinámica de la realidad”.
1 N. Rigali, “The Distinctiveness of Christian Morality”, en Curran, ed., The Moral Challenge, Paulist Press, N. York, 1990, 74-93).)
2 A. Auer, Autonome Moral und christlicher Glaube, Dusseldorf, 1971
3 N. Rigali, art. cit.
4 N. Rigali, Moral pluralism and Christian Ethics, Louvain Studies 13, 1988, 305.
5 Morale de la foi et morale autonome, (Biblioteca Ephemeridum. Theologicarum Lovaniensium, n. 119), Leuven Univ.Press, Leuven, 1995.
6 E. Gaziaux, L´autonomie en morale: au croissement de la philosophie et de la théologie, Leuven Univ. Press, Leuven, 1998.
7 J. Masiá, Moral de interrogaciones, PPC, Madrid, 2000
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