Haciendo recapitulación de mi estancia en el proyecto donde he trabajado durante este ya casi año en Perú, resalta en mi y en mi recuerdo quedará espero que por siempre una sensación o sentimiento que me ha acompañado durante varios meses. Es la Frustración. Nos os preocupéis, todo ha ido bien, sólo que digamos que en algún momento la experiencia tenía que poder conmigo y así lo hizo. Por las circunstancias y por mi forma de ser, ha habido momentos en los que he pretendido hacer más de lo que me correspondía, cambiar ciertas cosas que en la vida hubiera podido cambiar o tomar roles que no debía; nunca había experimentado ciertas cosas que cuando lo hice, pudieron conmigo, el poder pudo con mis nervios. El caso es que el "síndrome del voluntario" me pasó factura o yo dejé que me la pasara. Ahora lo miro como algo positivo por que no me quedo con la quemazón del momento o la frustración de no haber podido hacer esto o aquello, me quedo con la lección aprendida, con la frustración controlada, con el aprendizaje de un trabajo en equipo... distinto al de antes y sobre todo debo agradecer a los que me han sabido aguantar y hacerme rectificar. Por eso, va para ellos:
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David Steindl-Rast, SER AGRADECIDOS
El hábito de la queja inunda nuestra mente de descontento inútil llenando nuestros días como a un recipiente en el que ya no caben otras cosas más que quejas, por lo tanto, tampoco entran allí ni el goce, ni el agradecimiento.
Para constatar si esto es así, solo basta observar que muchos que tienen de todo no son felices, en cambio otros que no tienen mucho sí lo son ¿Cuál sería la diferencia? Que los segundos son agradecidos. ¿Y qué pone en evidencia estos hechos? Que la felicidad depende de nuestra actitud y que a esta se accede cuando no la hacemos depender de lo que nos pasa o nos deja de pasar en el momento.
¿Qué podemos hacer entonces? En primer lugar comprender que el agradecimiento no es una acción que consista en decir siempre gracias a los demás. Cuando decimos gracias generalmente lo hacemos por el otro, pero cuando sentimos agradecimiento no solo nos beneficiamos nosotros mismos, sino que ejercemos una acción cuyas consecuencias repercuten en todo el entorno volviendo una y mil veces nuevamente hacia nosotros.
Entonces, el agradecimiento es una práctica, que a diferencia de otras más complejas, se puede empezar a hacer ya mismo. Es una práctica porque depende del ejercicio de nuestro discernimiento, depende de que aprendamos a estar en el presente, a estar conscientes, atentos, y esto permite disolver la ilusión del propio ego, el ego que está hecho del pasado, que está basado en lo que hicimos, en lo que suponemos que somos, en la identidad que fijamos y que no nos deja ser de otra manera. Pero… ¿Quién dice quiénes somos en realidad? Si el ego se disuelve, nada puede pedir para sí, ni exigir, ni añorar cosas distintas de lo que tenemos y somos en el presente, estaremos así aceptando la oportunidad del goce. ¿Qué oportunidad? La de cambiar y el potencial de cambio es la riqueza que se bloquea cuando nos quejamos.
Es importante entonces detenerse a pensar cómo, cuándo y cuánto somos capaces de ser agradecidos ya que ser agradecidos es sinónimo de ser felices.
Gracias a: Poet_Isa
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P.D: En un rato estoy saliendo de viaje a Puno y las Islas del Lago Titicaca con Fransi, ya os cuento a la vuelta...
Nos vemos en los bares.
Imagen encontrada en: http://juanki-thisisit.blogspot.com/
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