Escrito por: Juan Masiá Clavel [blogger] el 29 May 2011
“María echa de menos a Jesús,ya un mes ausente del cielo, y encarga a los ángeles búsqueda y captura.
Voló raudo Gabriel a Roma, mas Jesus ya no se hospeda alli. Voló raudo Rafael al comité de la JMJ, donde Jesus ni se presenta. Voló raudo Miguel a la cena del arzobispo con la patronal, pero de Jesus ni rastro, por supuesto.
Al fin, un sin techo de Entrevías dio el soplo: “Pasó por aqui, nos compró un bocata y se tomó un vino con nosotros. Dijo que iba a Libia y de allí a Sucumbios. Tiene un hombro magullado por las porras de los mosos en plaza de Cataluña, pero dice que vendrá a acampar a Sol el jueves...”
Los mensajeros angélicos dieron el recado a María, que suspiró musitando “¡Este hijo mio! No tiene arreglo. En visperas de la Ascension, no se le ocurre más que bajarse a los suelos…”
El P. Benjamín González Buelta tituló muy bien su libro “Bajarse al pobre”, para reflejar el mensaje de un “Jesús por los suelos”... Para subir a Dios, hay que bajar. Se trasciende descendiendo. Se entiende (en inglés “understand”) la vida, poniéndose debajo (en inglés: under-stand), como hizo Jesus.
Hay que celebrar la Ascensión bajándose a los suelos, prolongar el movimiento de Jesús, de parte del pueblo desfavorecido, discriminado, manipulado, explotado, oprimido o “injusticiado”.
A la hora de buscar el Reinado de Dios, es decir, el mundo justo, fraternal y sororal, tal como Dios lo desea, hay que subir, trepar y ascender, pero... cuesta abajo, por los suelos... El mensaje de la liturgia de la Ascensión se resume diciendo que “Jesús bajó a los suelos” y “El Que Vive” lo llena todo.
Quienes creen que Jesús vive y confiesan a diario en el Credo la fe en su victoria sobre la muerte (garantía de nuestra vida), descubren su presencia viva, no en lo alto de los cielos, sino en la bajo de la cotidianidad injusticiada, por los suelos.
¿Dónde esta El Que Vive? ¿Allá arriba? No, no os quedéis con embobamiento mirando al cielo. El Que Vive anda por los suelos. Lo de que se fue arriba es una metáfora de lenguaje simbólico apocalíptico de victoria, “elevación” o “exaltación” (Lc 24,51). Lo del asiento a la derecha del Padre (que no tiene nada que ver con la tristemente celebre “derechona” de Celtiberia) es lenguaje simbólico de juicio escatológico, “a la derecha del Padre”, (Act 1,11).
Pero, en realidad de verdad, donde esta El Que Vive es “delante, a vuestro lado y en todo”. Esos son los tres lenguajes claves de la Ascensión, que es auténtica “Descensión”.
El Que Vive va por delante y os espera en Galilea: Lenguaje simbólico del encuentro con Él en la praxis cotidiana, en Galilea le encontrarán (Mc 16, 7).
El Que Vive esta a vuestro lado: Lenguaje simbólico de su presencia en la comunidad enviada en misión, todos los días hasta el final (Mt 28, 19-20).
El Que Vive esta en todo y lo llena todo: bajó a los suelos para estar en todo llenándolo todo: Lenguaje simbólico místico-cósmico; está en todo, ascendió “para llenarlo todo” (en griego: ina pleróse ta panta).
Ya había dicho “Os conviene que me vaya” (Jn 16,7), para regresar como Éspíritu. Por eso no había que retenerle en su presencia física (Jn 20,17), para dejar que quien “lo llena todo” (Ef 4, 10) nos inunde con la presencia impalpable del “Dios Abba, padre y Madre de todos y todas, Fuente de la Vida que está sobre todos y todas, entre todos y todas, y en todos y todas” (Ef 4, 6). El mensaje de la Ascensión es: “Dejó de verse, pero no se evadió a las nubes; es impalpable pero está presente; su presencia es elusiva, pero real”. Tan verdad es que está en nuestro interior como que estamos en el suyo: “Alma, buscarMe has en tí, buscarte has en Mí”.
Este mensaje evangélico dejó sus huellas en textos de otras culturas, a través de intercambios poco explorados, desde Oriente Medio al noroeste indio, pasando por Afganistán. Leemos en el Sutra del Loto estas palabras: “He aquí que siempre habito entre vosotros, no he desaparecido, aunque usando estrategias salvíficas a veces me presento como extinguido y a veces como no extinguido. Si hay seres en otros lugares que suspiren por mí con reverencia, también habito entre ellos proclamando la excelencia del Dharma” (cap. 16).
Atisbamos la resonancia de la Ascensión en el telón de fondo de este Nirvana. El punto común es la presencia impalpable, la inmanencia elusiva de la Fuente de la Vida. Como dice el Sutra del Nirvana: “Aquí y ahora la Vida te vive... Todo cuanto vive ha sido engendrado por el Así-Siempre-Presente”.