Siguiendo un poco con lo que
expuse en mi primera colaboración, y tras leer un post de los compis de
Educablog, creo que viene al pelo resaltar algo que durante estos años (y
actualmente) no ha dejado de tocarme las narices: el poco reconocimiento o valor
que tiene nuestra profesión para la sociedad.
¿Por qué suena mejor decir que
eres ingeniera que educadora social? ¿Qué han hecho los ingenieros para
conseguir ese respeto y ese status social? Esa es otra de mis (nuestras) mini-luchas
diarias con la gente, tanto en mi vida laboral como personal. Seamos sinceros,
a todas/os nos molesta que a estas alturas todavía nos confundan con l@s
trabajador@s sociales (grandes compis) o sitúen nuestra labor por debajo de la
suya. Si luchamos por dignificar esta profesión empecemos porque no se nos
minusvalore e incluso desprecie frente a otras ramas profesionales. De poco nos
sirven reconocimientos y medallitas cuando en la calle te sigues encontrando
esta situación.
Otro momento incómodo con el que
suelo toparme, es que se confunda ser educadora social con ser una especie de
María Teresa de Calcuta reencarnada. La dificultad aquí reside en que la gente
supere de una vez ese concepto de caridad cristiana que rodea todavía al mundo
de lo social, y aboguemos y llevemos por bandera la profesionalización del
sector. Señores, yo no me metí a esto para ser una especie de mártir o por que
las personas en una determinada situación social me den pena; estoy aquí por
vocación, porque creo en la justicia social y en la importancia de dar una
atención especializada y de calidad que otras personas o sectores, por mucha
buena voluntad que le pongan, no son ni serán nunca capaces de ofrecer. Tampoco
busco que me cuelguen el cartel de santa, dios me libre :P.
Tercer momento incómodo en
nuestras vidas como Educadoras y Educadores Sociales (aplicable este a toda
profesión relacionada con lo social): todo el mundo se cree con derecho a
opinar de tu ámbito y labor. Da igual los años de carrera, los cursos, libros y
materiales consultados, la asistencia a jornadas, congresos, tu experiencia
laboral,… En lo social todo el mundo se piensa válido para opinar. Ojo, que no
digo que no admitamos críticas a nuestro trabajo, pero tampoco que desde el
desconocimiento se puedan hacer determinadas afirmaciones sobre como tenemos
que hacer las cosas. Y también está claro que nuestra profesión abarca muchos
ámbitos y realidades, de todo es imposible estar informada/o y formada/o. Pero
de ahí a que seamos ninguneados… Me parece que hay mucho Maestro Liendre suelto
por ahí…
Y el último momento incómodo es
más una pequeña autocrítica: los lamentos y quejas de los que nosotr@s mism@s
hacemos gala, a veces de forma excesiva, sobre nuestra situación. Entono el mea
culpa ya que este aporte trata un poco de eso, pero la crítica va más bien
encaminada a no dejarnos vencer por todo lo expuesto, que suficiente jodida
está la cosa como para quedarnos en una esquinita llorando nuestras penas o
dejando que nos flagelen publicamente.
No esperemos el futuro, sigamos
buscándolo y luchando por él…