Me alegra mucho presentaros a Noelia, una compañera de carrera y profesión, que hoy se anima por primera vez a mostrase a vosotros con este artículo, esperemos que no sea el último.
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Tras 4 años kaminando…
Estos últimos días, después de finiquitar varios temas en los que andaba liada, me dio por hacer un balance de todo lo vivido, asimilado y aprendido durante estos últimos 4 años, tras finalizar mis últimas clases de la diplomatura aquel mes de junio de 2008 (si gentecilla, ya han pasado 4 años).
Son muchas alegrías, desengaños, meteduras de pata y errores, viajes de ida y vuelta, decepciones y logros, experiencias y, sobre todo, la construcción de una identidad profesional que esos 3 años de carrera o el título no te dan ni por asomo. Eso sí, lo más bonito (y a la vez más caótico) de esta profesión es la multitud de posibilidades que ofrece, aunque bien es cierto que no es un kamino de rosas hasta que poco a poco vas metiendo la cabecita en este nuestro mundo de lo social. Tampoco es un kamino que se elija, sino que vas construyendo y donde influye muy poco la suerte y si el empeño que le pongas en lograr hacerte un hueco. No valen excusas, aquí hay que pringarse, moverse, estar dispuesto a irte al fin del mundo si hace falta, patearse mil sitios, dejar el miedo al fracaso encerrado bajo llave y salir con ganas de comerte el mundo. Al menos, esa ha sido mi receta.
Este “kamino de tránsito” me llevo a trabajar, tras los típicos curros de monitora, en uno de los pilares básicos de nuestro sistema de bienestar social: los Servicios Sociales. Y con ello me di de frente con la cruda realidad: me faltaban herramientas e instrumentos para desarrollar mi labor, poca conciencia del papel de la educadora social por parte de la población, todo ello unido a la gran dependencia de los usuarios/as hacia la trabajadora social y los recursos meramente asistenciales, pocos recursos e infraestructuras, procesos demasiados burocratizados, falta de profesionales, etc… Y aun así, fue una experiencia enriquecedora e inolvidable, mi primera labor como educadora, asimilando ese puesto de responsabilidad para con los demás y tratando de mejorar día a día, de luchar contra las limitaciones y prejuicios, de aprender a cómo hacer y como no se deben hacer las cosas en este ámbito, a lidiar con situaciones y momentos difíciles y a disfrutar de aquellas más agradables. Por ello y por experiencias posteriores, creo haber encontrado mi camino dentro de esta profesión, al menos por el momento.
Por eso mi primera colaboración la dirijo (más bien la dedico) a esos personajillos que ahora están o se encaminan a estudiar Educación Social; y también a esos compis de carrera, tanto a las/os que todavía me unen lazos como a las/os que no he vuelto a saber: nuestra profesión es un guión en blanco, donde cada uno escribe las líneas que construyen su identidad y donde ninguna opción es mejor o peor que otra, sino que cada una de esas líneas son las que dan sentido a la historia y revelarán el argumento final.
Y aunque puedo pecar de ser demasiado optimista, mirad adelante sin olvidar el presente y no permitamos que nos corten ese camino. Y ánimo, que todo llega¡¡ ^^
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”
Antonio Machado
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