Vivimos en
Matrix. Para los que no hayan visto la película, es una alegoría al despertar
del borreguismo de nuestra sociedad y lo que nos viene dado, marcado o
aprendido por sistema. En la película, unas máquinas dotadas con inteligencia
dominan el planeta y a través de plantaciones de personas (a modo de granjas)
obtienen la energía que necesitan ya que han acabado o consumido todos los
demás recursos del planeta. Mientras tanto, mantienen a las personas como en un
sueño o un videojuego donde forman parte de Matrix, una realidad paralela
insertada en las cabezas donde todos creen que están vivos, pero en realidad son
manipulados. Por otro lado, hay una pequeña resistencia de personas que
despiertan del letargo, han creado una comunidad en la que viven escondidos
para no ser cazados y a su vez despiertan a otras que están preparadas, para
que se unan a la lucha contra la esclavitud a la raza humana.
Pues lo dicho,
vivimos en una sociedad que nos acribilla y apabulla diariamente con
información manipulada por todos lados: redes sociales, medios de comunicación,
publicidad…, y me atrevería a decir que la mayor parte está tratada para
conseguir fines alejados de la realidad o tiene una intencionalidad bastante subjetiva;
en la mayoría de los casos y debido a las circunstancias actuales, demasiado
politizada. Todo destila odio o enfrentamiento. Si no estás con unos estás con
los otros, todo está polarizado y todo es extremismo. Todo es mentira y nada es
verdad.
En este
contexto, desde hace unos días se viene moviendo por las redes un corte de una
pequeña conferencia del afamado juez Calatayud en el que habla de la conocida
como “Ley del Menor” en general y de la cobertura que se da a las personas
inmigrantes menores de edad en particular.
El corte, que está dentro de una
entrevista más amplia, corresponde al vídeo que enlazo a continuación y al
segmento que se señala:
Transcripción del video:
“Entrevistador: Son los
inmigrantes infantiles menores de edad que están teniendo muchos problemas para
que se queden en España, los manden otra vez a su país…
Calatayud: No, los menores inmigrantes no acompañados en España y Europa
asumimos la custodia de esos menores hasta que alcanzan la mayoría de edad.
Entrevistar: Pero…
Calatayud: Lo que pasa,
lo que sí es verdad es que ya no se puede más, y a parte hay que determinar la
identificación de los menores, hay que ver si son verdaderamente menores de
edad, y si son menores, tenerlos hasta los 18 años, pero nosotros tenemos
menores localizados a sus padres, pero los tratados internacionales entienden
que están mejor en España en un centro de protección que con sus padres. Yo lo
que digo es que lo mismo que se revisa el tratado de la pesca porque no
revisamos esas cosas. Ahora, se da cobertura a todos los que son menores de 18
años. Ahora, que no se dice… menores inmigrantes y menores cristianos, menores
nacionales. Yo encierro a un chaval en un centro de internamiento… ¿Sabes cuánto
nos cuesta el centro de internamiento para un chaval español y no español? 240€
diarios. Escucha, si yo encierro a ese chaval más de 6 meses, cuando salga, que
puede estar 5 o 6 años, que le dan formación, educación, cultura, tal y que
cual; encima se le da una paga de 430€. ¿Cómo lo ve? Lo que pasa que eso no se
dice. Ahora, menores inmigrantes los tenemos, el problema es que hay que
identificarlos, pero se les da cobertura. Ahora, si es verdad que ya estamos
saturados”.
Creí que no
trascendería porque fuera de contexto no aporta mucha información relevante. A
las personas que no trabajan con menores de edad o no conocen la Ley del Menor quizá
les resulte intrascendente; y a mí que sí lo hago no me aporta tampoco en
demasía. Debía quedar en algo anecdótico.
Nada más lejos de la realidad, qué
equivocado estaba.
Un par de días
después de que dicho corte me saltara en Facebook como una publicación más de
algunas de las cientos de páginas o periódicos que sigo para informarme y
contrainformarme; y estando yo charlando con una amiga sobre un problema que
había tenido en su tienda con inmigrantes, conversando sobre el racismo, el por
qué ella había reaccionado como lo había hecho, y ahondar un poco en el tema;
me dijo que había visto al juez Calatayud hablar de los niños y niñas menores
de edad inmigrantes en un vídeo y que estaba totalmente de acuerdo con él, y
conforme me explicaba el vídeo me di cuenta que era el mismo que había visto
yo.
Fue en ese momento cuando entendí
que el corte del vídeo tenía una intención muy clara y dirigida. Para cierta
parte de la población las palabras del juez pueden resultar algo así como algún
tipo de protesta por la cantidad de recursos que se dan a las personas menores de
edad inmigrantes, sobre todo por el coste que tiene una plaza de internamiento.
Qué ironía que justo antes del
corte el juez hablara de la pérdida de valores en los niños. Yo creo que más
bien la pérdida de valores se ha dado en la sociedad en general, también en las
personas adultas, porque no sé en la cabeza de quién puede caber que la vida y
dignidad de un niño, niña o joven pueda “tener un coste” demasiado alto. Creía
que teníamos interiorizado y superado aquello de que la vida de un niño o niña
tiene un valor incalculable, pero se ve que todo depende de dónde venga ese
niño o niña o del color de su piel.
Él habla desde
la experiencia y el conocimiento del sistema, pero la verdad es que su talante
y su forma de expresarse no ayudan a entender su mensaje final; usa una
brusquedad y una altanería que embarran el mensaje y podría parecer que lo
inunda de una falsa moralidad que a todas luces se malentiende.
Por desgracia el juez en su
intervención habla o pasa por encima de una serie de aspectos más o menos
criticables o controvertidos como que hay que determinar la identificación de
los inmigrantes, de que el sistema está saturado, de que hay que comprobar si
de verdad son menores de edad, de los tratados internacionales que dicen que
los inmigrantes en España, si están mejor que con sus padres, se quedan en
España (en caso por ejemplo de procedencia de países en guerra, etc.) y habla
del coste del internamiento del chaval o de la prestación que se le da al
salir. Aspectos a tener en cuenta para analizar y/o mejorar en la Ley, pero que
para los no duchos puede interpretarse de manera errónea como que todo en la “Ley
del Menor” está mal, que todo lo hacemos mal o que nos la cuelan por todos
lados.
Sin embargo, alguien como yo con
un mínimo conocimiento sabría ver que el juez hace una crítica al sistema muy
bien fundamentada y con mucha puntería hacia aspectos muy concretos y sobre los
que, incluso los que estamos dentro, sabemos que habría que revisar y/o
mejorar; pero a la vez, Calatayud, alaba muy sutilmente las bondades del
sistema. Tenemos en España una de las pioneras y mejores leyes de protección
del menor de todo el mundo, con sus luces y sus sombras, y que ahora se ha
ampliado con la llamada Ley Rhodes. Un sistema de protección que intenta no
dejar fuera ningún niño o niña menor de edad, (aunque emplea unos recursos
económicos que a priori pueden parecer demasiado altos sólo con la cifra que da
el juez en el vídeo, en realidad son muy escasos), que incluso en algunos casos
contempla prestaciones para después del proceso de internamiento y no dejar al chaval
con una mano delante y la otra detrás (aunque de nuevo sean unos recursos
totalmente insuficientes), pero que está saturado, por lo que habría que
aumentar la asignación presupuestaria para hacerlo todavía mejor, más completo,
más holístico. Un sistema que trata a todas las personas menores de edad por
igual, proceda de donde proceda, respetando así los derechos y valores humanos,
e incluso los cristianos de los que algunos (aun queriendo dejar fuera a estos
menores) pretenden apoderarse.
En mi opinión,
no hay coste demasiado alto para “salvar” la vida de un niño, una joven o
cualquier otra persona. Ellos y ellas no tienen culpa de nacer en uno u otro
país o en una u otra familia, o de recibir una u otra educación. No existe Ley
del menor que se gaste demasiado, todo lo que gastemos/invirtamos en los niños
y niñas es poco. ¡Son el futuro! Y sobre todo son niños y niñas, no podemos
responsabilizarlos de según qué cosas.
Me parece repugnante y de un asco
vomitivo que la sociedad en la que vivo siga trivializando el tema y jugando a
manipular y/o sacar de contexto publicaciones para dar a entender o transmitir
a tus “posibles seguidores” o borregopensantes un mensaje totalmente falso,
lleno de mentiras, odio, hipocresía e inmoralidad; y en este caso además
racista. Y encima, disfrazarlo todo de patriotismo, defensa de nuestros
derechos por encima de los demás o algún tipo de dogma religioso.
Y lo peor es que todo esto va a
más. Mi profesión, la del Educador Social, nace con el objetivo último de
morir. Ojalá no hiciéramos falta, pero por desgracia, cada vez somos más
necesarios en más ámbitos y desde más temprana edad. Cada vez va a haber más personas
menores de edad inmigrantes, niños o niñas de familias desestructuradas, sin
referentes familiares, problemas de absentismo o de bullying en los que
intervenir, problemas con drogas desde edades muy tempranas, nuevas adicciones,
problemas de convivencia entre culturas debido al aumento de la inmigración y
la falta de intervencionismo en estos asuntos, etc.
Por lo tanto,
a todas esas personas que ven en el video del juez Calatayud una crítica a la
cantidad de recursos que se derrochan en los inmigrantes decirles que no es
verdad. Los recursos empleados son a todas luces insuficientes y los
profesionales tenemos que hacer en todos y cada uno de nuestros ámbitos
verdaderas virguerías para sacar adelante el trabajo y hacerlo bien (sin entrar
a valorar las condiciones laborales, que eso daría para un libro…). Además de
que, éstos no son recursos para inmigrantes, son recursos para niños y niñas menores
de edad, para todos los menores, porque sólo hay una raza en nuestra especie:
la humana. Igual que a mí me gustaría que si algún día en España, por ejemplo,
volviéramos a entrar en Guerra, a mi hijo al menos se le ofreciera protección
en cualquier otro país del mundo, nosotros deberíamos ofrecerla también. Por
educación, por ética, por respeto a los derechos humanos y a la vida. Y sobre
todo por respeto a nosotros mismos.
Porque si hay algún fallo en el
sistema, no es la Ley del menor o que ayudemos al que más lo necesita con los
recursos que sean necesarios; el fallo es que existan niños y niñas menores de
edad en el mundo que necesiten esa ayuda.
Por todo esto es indispensable que el Educador Social
entre en los centros educativos desde ya. Es necesario que nuestro sistema
educativo sea social. La educación del futuro será, también, SOCIAL o no será.